sábado, febrero 25, 2006

Por favor, ¡Cierren el FMI!

Recordemos que el FMI es el prestamista de última instancia, son los bomberos que acuden cuando la fogatita ya se volvió incendio. Es el salvavidas del aventurero que naufraga. Es en pocas palabras el más grande fomento a la irresponsabilidad económica que pudo haberse creado.

Las crisis al estilo mexicano pueden haber atraído mucho la atención hacia el Fondo en años recientes, pero el historial de esta institución crediticia a lo largo de los últimos 50 años ha sido sumamente desalentador. El FMI no ha ayudado a los países ni a que logren un crecimiento sostenible ni a que promuevan reformas de mercado. A pesar de su pobre actuación, el Fondo Monetario ha resultado ser una institución de notable fortaleza. Cuando el sistema de tipos de cambio fijos terminó a principios de los años 70, se acabó también la misión original de esta institución, que era facilitar la estabilidad de los tipos de cambio, otorgando préstamos a los países que experimentaban problemas temporales en su balanza de pagos. En vez de cerrar sus puertas, el Fondo se inventó nuevas misiones para sí mismo con cada nueva crisis..

Es importante recordar que el FMI, en teoría, otorga créditos de corto plazo a los países a condición de que éstos realicen cambios en sus políticas públicas. Esto, sin embargo, no ha contribuido a que los países establezcan economías de libre mercado. Al contrario, el Fondo ha creado "adictos a los créditos", como lo demuestra un repaso a los créditos concedidos.

Echar mano del FMI para hacer rescates financieros a países que experimentan crisis monetarias o de deuda es una mala idea puesto que entre más rescates financieros realice el Fondo Monetario, mayor será la posibilidad de que otros países o el mismo país rescatado entren en crisis en el futuro, ya que los rescates estimulan un comportamiento irresponsable por parte del gobierno y de los inversionistas, que esperan que si algo va mal, el FMI les rescatará. Los que otorgan los créditos a gobiernos irresponsables saben que si existen problemas el FMI llegará a salvarlos. Me decía un amigo cuando se veía inminente la crisis Argentina, “voy a comprar bonos de Argentina a fin y al cabo un país no puede quebrar”.

¿Pero qué sucede con la fuerte condicionalidad del Fondo? ¿No será que las estrictas condiciones de los créditos del FMI aseguran que las políticas importantes deben ser cambiadas? El historial de la dependencia de largo plazo de muchos países muestra que la condicionalidad no ha tenido éxito en el pasado. Pero, además del pobre historial del Fondo, existe una buena razón por la que el FMI tiene poca credibilidad al imponer sus condiciones. Como hemos visto con Rusia en los últimos años, un país que no se adhiere a las condiciones del FMI se arriesga a que le suspendan sus créditos. Cuando los créditos son retirados, los gobiernos destinatarios tienden a tomarse más en serio las reformas. Nótese que el Fondo anima a los malos gobiernos a que introduzcan reformas al suspender los créditos; es la suspensión de los créditos lo que induce el cambio de política. Por desgracia, cuando se van a producir los cambios en las políticas, el FMI reanuda la concesión de créditos. Y el gobierno ¡ya no hace las reformas!, o como Argentina, paga sus compromisos para continuar con sus políticas irresponsables.


Para complicar la situación latinoamericana, por supuesto México incluido, ni los gobiernos latinoamericanos ni el Fondo Monetario incluyeron reformas liberales como parte de sus planes de ajuste al principio de la crisis. En vez de eso, los gobiernos de la región aumentaron los impuestos y los aranceles, eliminaros muchos subsidios y redujeron algunos gastos. La desregulación, la privatización de empresas públicas, y la liberalización económica en general no formó parte de la política oficial en el hemisferio. Sólo a fines de los 80 y a principios de los 90, cuando fracasaron otras alternativas y la crisis regional se agravó, se introdujeron algunas reformas liberales radicales. Una razón por la cual la vía liberal no fue considerada viable durante ese tiempo fue que en el Fondo Monetario se pensó que la crisis era en lo esencial un problema de liquidez que requería créditos y tiempo para ser resuelta. Las reformas estructurales que eventualmente se introdujeron en Latinoamérica para resolver la crisis podrían haber evitado una década perdida si se hubieran aplicado inmediatamente después de que se produjera la crisis. Desgraciadamente, el Fondo pospuso esa resolución.

Por eso ¡cierren el FMI!. En ausencia de un FMI, acreedores y deudores harían lo que los acreedores y deudores siempre hacen en casos de falta de liquidez o insolvencia: renegociar la deuda o declararse en quiebra. En un mundo sin el Fondo Monetario, las dos partes tendrían el incentivo para hacerlo así porque la alternativa, no hacer cosa alguna, significaría perderlo todo. Las negociaciones directas entre particulares y los procedimientos de quiebra son esenciales para el funcionamiento del capitalismo. Los rescates financieros del Fondo Monetario Internacional, desafortunadamente, socavan uno de los fundamentos más importantes de una economía libre, al suprimir los mecanismos autocorrectivos del mercado. Simplemente, no existe razón alguna para que los acreedores y prestatarios internacionales deban ser tratados de una manera distinta a como son tratados prestamistas y deudores en los mercados domésticos.

Además, de no existir el FMI se termina el “chivo expiatorio” que usan los gobiernos para ligarlo junto con el liberalismo por su retórica liberal a sus programas de ajuste como causa de sus problemas, por tanto el FMI no sólo ha causado daño a la transición capitalista global sino también a la promoción de las ideas liberales tanto en los países pobres como en los países ricos.

Es hora de crear un sistema financiero global en el cual los mercados disciplinan a los políticos, en vez de un sistema en el que los políticos siguen tratando de disciplinar al mercado. Bajo tal sistema habría condicionalidad creíble, basada en reformas verdaderas. Para eso, no se necesitarían agencias multilaterales como el FMI o ejércitos nacionales para asegurar el pago de deuda, como ocurrió en otras épocas. La ausencia de tales formas de seguro estatal crearía más información y cautela en los mercados internacionales y mejores incentivos por parte de los gobiernos de los países en desarrollo para mantener un ambiente favorable al crecimiento económico y desincentivar políticas intervensionistas derroche de gasto público y crecimiento del Estado. Los países ricos no sólo deben rechazar la asignación de fondos adicionales para el Fondo Monetario, lo cual enviaría una señal al mundo de que los recursos de esa agencia no son, de hecho, ilimitados; los países industrializados deberían ir mas allá para ayudar a los pobres del mundo desmantelando totalmente al Fondo Monetario.

Se acabarían los payasos los Perón, Echeverría, López Portillo, Salinas, Alfonsín, Menem, Allan García, Fujimori, Hugo Chávez, Krischner, López Obrador, y tantos otros que lo único que han hecho es traer miseria a sus pueblos.

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