jueves, mayo 11, 2006

Revisar el TLC

Dice López Obrador hoy : “Vamos a revisar lo del Tratado del Libre Comercio, ya no nos van a seguir invadiendo de mercancías del extranjero, vamos a proteger a nuestros productores nacionales, primero México y luego el extranjero. “ No me extraña, López Obrador fue uno de los principales detractores del TLC, se equivocó entonces, se equivoca ahora.

Adam Smith en su “Riqueza de las Naciones” escribe: “Lo que en el gobierno de toda familia particular constituye prudencia, difícilmente puede ser insensatez en el gobierno de un gran reino. Si un país extranjero puede suministrarnos un artículo más barato de lo que nosotros mismos lo podemos fabricar, nos conviene más comprarlo con una parte del producto de nuestra propia actividad empleada de la manera en que llevamos alguna ventaja [...]. En cualquier país, el interés del gran conjunto de la población estriba siempre en comprar cuanto necesita a quienes más baratos se lo venden. “

Estas palabras son tan válidas hoy como eran entonces. Tanto en el comercio interior como en el exterior, es de interés para el “gran conjunto de la población” comprar al que vende más barato y vender al que compre más caro. Con todo, la “retórica interesada” , industriales, comerciantes, agricultores poco competitivos, proclaman que es necesario imponer restricciones sobre lo que podemos comprar y vender, a quiénes podemos comprar y a quiénes podemos vender y en qué condiciones, a quiénes podemos dar empleo y para quiénes podemos trabajar, dónde podemos residir, y qué podemos comer y beber.

Otra falacia rara vez puesta en tela de juicio es que las exportaciones son buenas y que las importaciones son malas. Sin embargo, la verdad se revela muy diferente. No podemos comer, vestir o gozar de los bienes que enviamos al extranjero. Comemos frutas procedentes de América Central, calzamos zapatos italianos, usamos computadoras americanas, conducimos automóviles alemanes, y disfrutamos de programas a través de televisores japoneses. Nuestra ganancia a causa del comercio exterior estriba en lo que importamos. Las exportaciones constituyen el precio que pagamos para obtener las importaciones. Como ya dijo claramente Adam Smith, los ciudadanos de un país se benefician de la obtención de un volumen de importaciones lo mayor posible a cambio de sus exportaciones o, lo que viene a ser lo mismo, de exportar lo menos posible para pagar sus importaciones.

La engañosa terminología que empleamos refleja estas ideas erróneas. Protección significa en realidad explotación del consumidor. Una balanza comercial favorable significa en realidad exportar más de lo que importamos, enviando al exterior mercancías por un valor total que supera el de las mercancía que nos llegan del extranjero. En las cuentas de su casa, usted preferiría seguramente pagar menos para obtener más, y no al revés; sin embargo, eso sería calificado de balanza de pagos desfavorable en el comercio exterior.

Pero dejémonos de retórica económica y veamos en la práctica como le ha ido a México como un país que admite el libre comercio entre las naciones: Desde 1993 (año previo al inicio del TLCAN) hasta 2001, el comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, creció 116%, pasando de 297 mil millones de dólares (mdd) a 622 mil mdd. Cada día, los miembros del TLCAN comercian entre ellos 1.7 mil mdd aproximadamente. De este modo, hoy día, México exporta más a EU que China, Alemania y Reino Unido juntos.

Entre los años de 1994 a 2000, las exportaciones mexicanas registraron un crecimiento anual del orden de 18.2%, alcanzando a finales de 2000 un monto de 166,455 millones de dólares, 21.8% más que las registradas el año anterior. Sin embargo, durante el año 2001, se registró un decrecimiento de las exportaciones mexicanas de 4.8% provocado básicamente por la desaceleración de la economía de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. De ahí que la economía de México no creciera en esos años y que por supuesto no es culpa de Fox.

Gracias al TLC, México logró diversificar los productos que exportaba, terminando por fin con la total dependencia que se tenía de la exportación petrolera. Hasta 1995, las exportaciones mexicanas se apoyaban en gran medida en la venta de productos petroleros, lo que nos hacía vulnerables a los cambios en el precio del crudo. Actualmente, menos del 15% de las exportaciones son de origen petrolero, siendo los productos manufacturados los más comercializados.

El aumento en la compra venta de bienes y servicios entre países, es un motivador para que las empresas produzcan más y mejor, lo que ayuda a crear más empleos y mejores remuneraciones para los trabajadores, elevando el nivel de vida de las familias. En México, el sector exportador es un gran generador de empleos. Tan sólo entre 1994 y 2001, la industria manufacturera de exportación generó más del 50% de los empleos del sector exportador, siendo estos 40% mejor pagados.

Desde finales del año 2002, diversas voces comenzaron a polemizar sobre el supuesto daño que el campo mexicano sufriría a partir de la desgravación de productos agrícolas en el marco del TLC. Organizaciones campesinas solicitaron la revisión del capítulo agropecuario del TLC, con la finalidad de posponer la apertura de productos agrícolas provenientes de EU y Canadá. De aquí la idea de López Obrador.

Cabe señalar que México es un país superávitario en comercio exterior agroalimentario, (cuando se incluye el sector pesquero), lo que quiere decir que vendemos más de lo que compramos al exterior. Además, la mayor parte de los bienes agrícolas ya compiten en los mercados sin necesidad de arancel alguno. Los productos que restan de ser desgravados (entre ellos maíz y fríjol) tienen una protección arancelaria no mayor al 2%, de modo que la eliminación de tales aranceles tendrá un impacto muy bajo. Además de que el maíz que se produce allá es diferente del que usamos acá por ejemplo para la elaboración de tortillas, por lo que no hay real competencia, por lo que sólo queda el fríjol.

El problema de una renegociación del TLC implicaría más daños que beneficios para los campesinos y el resto de los mexicanos. Primeramente, la credibilidad de México como socio comercial y destino de inversiones desaparecería afectando gravemente al sector exportador mexicano, fuente importantísima de empleos en nuestro país.

Exigir una demora en la desgravación de productos o una revisión del TLC, nos pondría en riesgo de sufrir el mismo trato, ya que muchas industrias estadounidenses se quejan de que su mercado se ve inundado con productos mexicanos mucho más baratos que dañan sus fuentes de empleo y nivel salarial. Por último es importante señalar que vivimos en un mundo globalizado, dónde el comercio entre países es fundamental para el crecimiento económico de los países y dónde el tomar medidas proteccionistas termina por dañar a los consumidores nacionales.

El atraso que sufre el campo mexicano no es una consecuencia del Tratado de Libre Comercio. Esta situación de gradual decadencia se remonta décadas atrás cuando las promesas de apoyo y programas gubernamentales sumieron al campo en la improductividad y la ineficiencia técnica.

Ningún blindaje o subsidio servirá para revertir la situación y poner al sector a la altura de nuestros socios comerciales. La re-organización agraria, en cuanto a la propiedad de la tierra, debe ser una condición necesaria para revertir el atraso del sector. Si a esto agregamos los costos de financiamiento que un campesino debe enfrentar al solicitar un crédito productivo, el problema se agudiza.

Aquí lo he manifestado en diversas ocasiones lo que el campo mexicano necesita es PROPIEDAD, libre propiedad, que los campesinos puedan vender, rentar, adquirir las tierras sin restricción alguna, el mito del ejido, de la parcela, las tierras comunitarias, característica totalmente comunista, es la causa del gran atraso en el campo. Pequeñas porciones de tierra son ineficientes para la siembra de maíz, fríjol, caña de azúcar y cereales de todo tipo. Pero con 3 a 5 hectáreas que es la extensión típica, es imposible tener maquinaria y tecnología que permita aumentar la productividad. Las restricciones impuestas sobre el tamaño de las propiedades son el principal impedimento para que la inversión llegue y, por tanto, la prosperidad. Pero eso no es todo, la propiedad en el campo es “Propiedad Social”, es decir, tierras de todos, tierras de nadie. Este esquema no es realmente una propiedad ya que no se puede enajenar o arrendar sin el consentimiento de toda la comunidad y de, por supuesto, del cacique, esto evita una vez más la inversión y la posibilidad de obtener créditos bancarios ya que la tierra no es garantía de nada.

Se confunde López Obrador, se equivoca, se equivocó oponiéndose al TLC, los resultados benéficos para México son palpables, son incuestionables, nos dio un gran impulso en sus inicios, y si no hubiera sido por él, la crisis de 1994-1995 la estríamos todavía viviendo. Pero ¡Cuidado! Ya otros países están abriéndose y firmando tratados de libre comercio con nuestros socios comerciales, están compitiendo y van a competir más aún. Si México hiciera las reformas estructurales que impiden que la inversión se promueva vigorosamente los mexicanos podríamos elevar sustancialmente nuestro nivel de ingreso encontrar más y mejores empleos, y por supuesto el campo mexicano prosperaría… Pero López Obrador se resiste al cambio, es increíble que él mismo se autoproclame promotor del cambio, siendo que en su retórica, en su proyecto está el preservar las viejas y dañinas estructuras corporativistas. López Obrador quisiera a un México cerrado, como en los 70’s que cobije nuestra ineptitud y falta de competitividad. Con López Obrador de presidente el campo seguirá siendo igual de pobre, por que la inversión no llegará, y su renegociación del TLC traerá consecuencias nefastas para el resto de los mexicanos, y si lo que quiere es regalar el dinero a los campesinos otorgando créditos sin garantía alguna y precios de garantía para subsidiar la baja productividad, el resto de los mexicanos lo vamos a pagar, y muy caro

Si, definitivamente, yo creía que era exagerado el eslogan, pero López Obrador es un real peligro para México: Subsidios, déficit, deuda, devaluación, eso ya lo vivimos, ¿ya se te olvidó? –Razona tu voto— Y si votas por él, no te quejes en la próxima devaluación y crisis económica, tú así lo quisiste. No quisiste oír razones.