miércoles, febrero 04, 2009

Las Consecuencias Económicas del Dinero Artificialmente Barato III

Los inflacionistas están en los cierto al afirmar que la expansión en el crédito tendrá el efecto de hacer florecer la economía. Sin embargo, cometen un error al despreciar el hecho de que esa prosperidad artificial no puede durar y que inevitablemente llevará a una caída, a una depresión generalizada.

Es curioso que Karl Marx escribiera en “El Capital” en 1867 lo siguiente,

"Los dueños del capital estimularán a la clase trabajadora a comprar bienes, casas y tecnología cada vez más caros hasta que su deuda se vuelva insoportable. La deuda no pagada llevará a la bancarrota de los bancos, que tendrán que ser nacionalizados, y el Estado tendrá que tomar el camino que a la postre llevará al comunismo".

Esta es la principal razón de la expansión del crédito, la gente, las empresas se endeudan a más no poder, hasta que ya no pueden pagar. Y entonces vienen los problemas que todos estamos viviendo ahora.

Sin embargo, Marx se quedó corto, en realidad también los dueños del capital caen en la trampa: Al reducir la tasa de interés por la expansión del crédito muchos proyectos empresariales que previamente se veían no rentables aparecen como tales. Los empresarios que se embarcan es su ejecución pronto descubres que sus cálculos estaban basados en premisas erróneas, principalmente los precios de los factores de producción: Materias primas y salarios, han subido y sus proyectos ya no se ven tan prometedores. Los fondos no son suficientes para comprar los factores de producción requeridos. En este punto debería de cancelar, tomar su pérdida, y continuar, pero, los bancos siguen alentando el “dinero fácil”, y ve que no debe preocuparse sino tomar esos créditos “blandos” que le ofrecen, así continúa pidiendo y pidiendo créditos, se expande, se fusiona o adquiere empresas en otras partes del mundo, el caso Cemex es paradigmático. Los precios y salarios escalan, la gente en forma paralela toma también más créditos, todo el mundo esta feliz, la humanidad entera se convence que llegó el fin de la carestía, y que se ha llegado a la prosperidad infinita como diría Keynes que la expansión crediticia ha hecho el milagro de “convertir las piedras en pan”. Sin embargo, como hemos comprobado, toda esta sorprendente riqueza es frágil, es un castillo construido en las arenas de la ilusión. No puede durar, como dice el proverbio alemán “Los árboles no crecen hasta el cielo”.

Y algún día se llega inevitablemente alguno de los escenarios siguientes:

Los bancos neciamente continúan con su expansionismo y no le paran a dar crédito a los negocios para que prosigan expandiéndose sin importar el incremento en los costos de producción. Finalmente, la gente se da cuenta que su poder adquisitivo se está desintegrando, que con esas tasas no vale la pena ahorrar, así que deciden dejar de ser víctimas de la caída en su poder adquisitivo y adquieren materias primas, especialmente oro y plata, o vuelan a otras divisas que perciben más sólidas. Prefieren cualquier cosa que no sea dinero, es el denominado “vuelo a valores reales” la moneda colapsa. Dicho sea de paso este es el esquema que siguió “El Efecto Tequila” que reventó en diciembre de 1994 y quebró todo el sistema bancario mexicano.

Otra situación se da cuando el Banco Central se da cuenta de las presiones inflacionarias y del peligro que conllevaría la expansión de crédito sin fin. Suspenden o retiran circulante y suspenden depósitos, suben las tasas de interés. Ya no satisfacen las demandas de crédito adicionales de los negocios. Entonces viene el pánico, las actividades de burbuja (como bolsas) colapsan, las tasas de interés suben desmesuradamente debido a la demanda de crédito que los negocios necesitan para sobrevivir. Entonces, los precios caen abruptamente ante la urgencia de las empresas de obtener liquidez y liquidar sus inventarios aún con pérdidas. Las actividades productivas se encogen y los trabajadores son despedidos.

Así, cualesquiera que sea el camino la expansión de crédito siempre terminará en una crisis económica.

Lo irracional, es que aún después de haber colapsado, se recete como remedio para la crisis más expansión del crédito, bajando las tasas de interés a niveles ridículos. Tal y como los políticos y sus bancos centrales ahora recetan, no obstante y a pesar de que la gente y las empresas ya están endeudadas a más no poder. El final previsible: Una crisis económica aún peor.

Continuamos….

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