miércoles, mayo 18, 2011

Sobre el Futuro de la Libertad (2)

Hegel escribía que el liberalismo clásico tan sólo marcaba una época en la transición de la evolución en la dirección del hombre social demócrata plenamente desarrollado. Los escritos de Fukuyama parecen reafirmar los deseos de Hegel. Así, los pocos, muy pocos, como escribe mi amigo Leopoldo liberales de hoy en día tenemos que padecer la apariencia de verdad en las posturas filosóficas de los neoconservadores, y los neoliberales actuales. Tampoco podemos consolarnos en mucho con el conocimiento de que la social democracia va en camino al colapso económico. Si colapsa, como es muy probable que acontezca y muy pronto, esto no en automático llevará al mundo al repudio de la social democracia, y el renacimiento del liberalismo. Retomo lo escrito por Leopoldo que escribí en el post previo: “Ahí esas mayorías de mediocres vividores defendiendo con garras y colmillos sus privilegios en Grecia o en Portugal, sin aceptar ceder ni un milímetro de terreno, aunque ello signifique el colapso económico.” Así es, así será, defenderán sus privilegios aunque las cosas se pongan aún peor, mucho peor. Desgraciadamente no existe razón algún que garantice que el colapso de la social democracia originará condiciones más favorables para el liberalismo. Nada, ninguna. El fracaso de la social democracia no implica que su opuesto, el liberalismo, adquiera preponderancia.

Si suponemos que el curso de la historia no lo determinan “fuerzas ciegas”, sino lo determinan las ideas, y que los cambios históricos se gestan cuando la gente tiene cambios ideológicos, podemos concluir que la transformación en dirección al socialismo en los últimos cien años es el resultado de la derrota del liberalismo en lo filosófico y teórico, esto es y debemos entenderlo con objetividad, no es que me ponga pesimista; lo cierto, y debo de reconocerlo es que el público percibe al liberalismo como una doctrina defectuosa e incorrecta. Bajo este estado de las cosas, el liberal puede reaccionar de dos formas: La primera desearía mantener que el liberalismo es una doctrina sólida y que el público la rechaza no obstante su verdad. En este caso debemos de explicar (nos) el porqué la gente se encuentra adherida a creencias falsas, aún si son conocedores de las ideas liberales. ¿No acaso la verdad tiene su propio atractivo y recompensa? Peor aún los liberales debemos explicar (nos) cual es la razón para que la verdad liberal sea cada vez más rechazada a favor de las falsedades del socialismo. ¿Será que las sociedades se han vuelto más indolentes, degeneradas, y atenidas a lo que el gobierno les de o les deje de dar? Si esto es así, ¿Cómo nos lo podemos explicar? Por otra parte, como la segunda reacción del liberal ante esta situación, es considerar que el rechazo generalizado es un indicador de algún error en nuestra propia doctrina, de este modo, debemos de reconsiderar los fundamentos teóricos y filosóficos del liberalismo y tratar de identificar el o los errores que son responsables de este rechazo y que hacen que la gente identifique el liberalismo como una doctrina defectuosa y quizá también falsa. Puesto en otras palabras, la transformación al socialismo debe de explicarse como una comprensible y predecible sistemática destrucción y degeneración de la teoría política liberal gestada a partir de errores propios o, si se quiere, de ser en cierta forma permisiva lo que ha llevado a toda la confusión socialista.

El error central del liberalismo clásico, cae en su teoría del gobierno (Murray N Rothbard Man, Economy and State”)

La teoría liberal clásica personificada por Locke y desplegada en la Declaración de Independencia de los EU por Jefferson, fue en principio y ante todo una doctrina moral. Enraizada en la doctrina de los Estoicos y los últimos Escolásticos, se centra en la propiedad de uno mismo, la apropiación de los recursos naturales (sin dueño) la propiedad privada y el contrato como derechos universales del hombre implícitos en la naturaleza del hombre como un animal racional. Dentro de un ambiente de reyes y príncipes, este énfasis en la propiedad como derecho universal del hombre puso a la filosofía liberal naturalmente en franca oposición a cualquier forma de gobierno y evidentemente en colisión con ellos. Para un liberal, desde el Rey hasta el más humilde súbdito están sujetos a los mismos principios universales de justicia, todos iguales ante la ley. Para el liberal el gobierno podría justificarse con un contrato entre los poseedores de propiedad privada, por supuesto a cambio de “algo”, o. quizá no podría justificarse en forma alguna y este es el punto importante ¿Podría justificarse cualquier forma de gobierno?

La respuesta afirmativa a esta última interrogante es bien conocida, yo aquí mismo la he escrito refriéndome a Von Mises: Aunque si bien la gran mayoría de los hombres actúan en forma cooperativa, de buena fe, existen, esto es innegable los ventajosos, los avorazados, y peor aún, los violentos, los criminales, los ladrones; la vida sería imposible si éstos pudieran actuar a sus anchas y sin ninguna restricción, se necesita del castigo físico a éstos, y de la protección a la sociedad. A fin de mantener el orden social liberal, los liberales han insistido que es necesario aplicar presión para que mediante amenazas y/o aplicando la violencia a toda esa gente que no respeta a la vida, la propiedad y otras reglas o leyes establecidas en la sociedad. De esta premisa correcta, los liberales concluyen que se necesita del gobierno para ejecutar esta su única y bien definida función de garantizar el cumplimiento de la ley y proporcionar el orden, de este modo, el gobierno adquiere para sí la posibilidad de actuar con violencia con el fin de ser el garante de la protección física y patrimonial de la sociedad y el cumplimiento de los contratos y las reglas de convivencia de la sociedad.

Sin importar si esta conclusión es o no correcta, es el eje de la definición del gobierno. Si es correcta, por gobierno simplemente se entiende cualquier individuo o firma (empresa) que provee servicios de protección y seguridad a sus clientes, los poseedores de la propiedad privada, que, muy importante, de forma voluntaria contratan sus servicios a cambio de un pago especificado previamente. Sin embargo, esta no fue la definición de gobierno adoptada por los liberales clásicos. No es el gobierno para los liberales simplemente una firma o empresa especializada en proporcionar servicios de protección. Más que eso, al gobierno se le asignaron dos características únicas: A diferencia de una firma, el gobierno tiene jurisdicción en un terreno físico en el cual posee el monopolio de la compulsión y de la violencia, y muy importante, sus servicios los proporciona a todos, lo quieran o no, y para ello tiene el derecho de cobrar impuestos, que por supuesto que no son voluntarios, son obligatorios y para su cobro ejerce la coerción, la compulsión y la violencia. Esto es, cualquiera que no quiera los servicios de protección del gobierno, se convierte en automático en un criminal.

Si ésta última es la acepción del término gobierno para el liberal clásico, entonces su conclusión es falsa puesto que está en un error. Su conclusión no proviene del derecho y necesidad de protección de las personas y sus propiedades sino que proviene que se requiere del monopolio de la violencia en la jurisdicción y del derecho a cobrar impuestos para proporcionar esa protección, según esto de forma más eficaz. Esto es, se confunden los objetivos con la forma de lograrlos. Y, por el contrario, puede demostrarse que la forma monopólica de protección es una institución que es incompatible con el derecho de protección efectiva de la vida y de la propiedad.

Para la doctrina liberal, los derechos de propiedad emanan de la vida misma y temporalmente preceden a cualquier forma de gobierno. Son el resultado de su trabajo, y producción o actos de apropiación de bienes naturales que no tienen dueño, y/o el intercambio de propietarios previos a actuales y es en esas propiedades en donde el propietario debiera de tener derecho a ejercer su jurisdicción sobre los recursos físicos definidos. De hecho, el propósito fundamental de la propiedad privada es establecer un dominio físico de jurisdicción efectiva con el fin de evitar conflictos concernientes con el uso de los recursos escasos. Por tanto, ningún propietario puede ceder obligadamente su derecho de jurisdicción sobre su propiedad a alguien más, esto sólo es posible a menos que la venda o transfiera sus derechos de propiedad. Todo propietario puede tomar ventaja de la división del trabajo, y buscar, para él sólo, o con la cooperación de otros propietarios para buscar la mejor protección posible para su(s) propiedad(es). Así cualquier propietario puede contratar con quien le parezca mejor, y al mejor precio su seguridad y establecer un contrato por ello, contrato que tiene términos y condiciones y que puede renovarse o cancelarse cuando el propietario lo crea pertinente. Tal y como aseguramos nuestro auto, o nuestras casas, en que podemos cancelar y buscar otro seguro que o nos de mejor protección o a mejor precio. Por tanto, a fin de suplir la demanda por protección, se crearían empresas especializadas que proporcionarían protección, aseguramiento de los bienes, persecución criminal, a sus clientes que de forma voluntaria pagarían una cuota o tarifa.

Acostumbrados a que sea el gobierno el que supuestamente proporcione la seguridad física y patrimonial, lo que acabo de escribir puede parecer raro, sin embargo, el obtener la protección de empresas que compiten entre sí por un contrato para proporcionar el servicio de protección a los particulares, propietarios, es de lo más natural, así es con todo lo demás ¿Por qué la seguridad no podría ser así? Más aún, es inconcebible que los propietarios acepten un contrato que faculte a un agente para obligar a que sólo ellos de forma exclusiva pueden proporcionar la seguridad y las decisiones judiciales, impidiendo que otros agentes puedan ofrecer los servicios de protección. Este contrato monopólico implica que cada propietario debe ceder, o mejor dicho, rendir, sus derechos para toma de decisiones sobre su protección personal y de su propiedad en forma permanente y sin opción alguna a alguien que le es impuesto. Al transferir sus derechos en alguien más permanentemente se convierte así mismo en un esclavo. Según la doctrina liberal, un contrato así que implique sumisión es inadmisible y por consiguiente es nulo e inválido, porque contradice la misma esencia fundamental, la razón de ser de todo contrato. Nadie puede aceptar ceder los derechos sobre su persona y de su propiedad permanentemente sin posibilidad de oponerse y de defenderse en contra de las acciones de alguien más. También es inconcebible que esta protección monopólica esté dotada de cobrar, supuestamente a cambio de sus servicios impuestos obligatorios por la cantidad que quiera. Nadie puede establecer un contrato en el que una de las partes obliga a la otra a pagar por sus servicios una cantidad determinada unilateralmente, esto no es un contrato, es una declaración de aceptación de esclavitud.

Desde Locke, los liberales han tratado de resolver esta importante contradicción, mediante la improvisación de acuerdos “tácitos”, “conceptuales”. Sin embargo, todos estos intentos confusos y tortuosos sólo han contribuido a una conclusión inevitable: Es imposible obtener una justificación para la existencia del gobierno como un contrato de protección monopólico.

2 comentarios:

  1. Yo creo que la gente esta dejando de creer que darle el poder al Estado sea buena idea, poco a poco se están convenciendo, y no hemos tenido que hacer nada los liberales, que quienes quieren el poder lo quieren para poder robar a gusto.

    El problema reside en que aun creen que poniendo a gente con "compromiso social" (un Pedro Ferriz, una Denis Dresser) en el poder se resolverían los problemas de los mexicanos.

    Pero ese es realmente el problema,

    QUERER QUE ALGUIEN MÁS RESUELVA NUESTRAS VIDAS, NO EL DERECHO A LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD, SINO EL DERECHO A SER FELICES.

    Y por ello muchas personas no quieren reflexionar sobre las obvias injusticias de obligar a otros a proporcionarles lo que necesitan para tener seguridad.

    Es fácil explicar el porque es conveniente estas medidas, ejemplos de otros países existen, pero para muchos es difícil comprender o aceptar que ellos tendrán que ser responsables de muchas cosas.

    Por otra parte muy interesante la reflexión sobre la seguridad... aunque me hace pensar que si ahora es difícil hablar sobre quitar la escuela pública y la asistencia social, para dar paso a los soluciones de mercado (escuela privada y a la caridad) será un verdadero reto hablar de la privatización de la seguridad.

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  2. La privatización de la seguridad era ni más ni menos que el negocio de Al Capone cuando cobraba por "proteger" a los ciudadanos que vivían en zonas marginales donde la policía no se atrevía a entrar.

    Y por cierto es el mismo negocio de las colonias donde ni poniendo cámaras de tv se combate la delincuencia porque los criminales asaltan y le hacen señas de burla a las camáras: "Ven aquí y arrestame si puedes". Allí también hay muchos mafiosos que cobran por "proteger" al ciudadano. Y lo curioso del asunto es que si comparamos Nueva York con Caracas vemos que con más gente, y con gangsters más poderosos hay menos violencia en las calles porque los mismos gangsters la regulan.

    Es decir, el mercado siempre se impone, la cuestión es decidir si lo hará para bien o para mal.

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