martes, agosto 23, 2011

La Cantidad de Dinero y la Economía

Me dice un amigo que pronto Obama anunciará un nuevo programa de “aligeramiento cuantitativo” , que sería el QE3, pero esta vez a lo “bestia”, los anteriores serán juego de niños comparado con lo que viene…

No han entendido los asesores del socialista Barack Obama que los anteriores no sirvieron, pero quieren más, y más, y más. Todo esto motivado por el economista Krugman que siempre ha establecido que lo que hace falta es gasto del gobierno pero a lo bestia.

Cuando de lo que estamos hablando es sobre asuntos relacionados con el dinero y la banca, todos los asuntos políticos fundamentalmente versan en un cuestionamiento fundamental: ¿Podemos mejorar el estado de la economía al incrementar o reducir la cantidad de dinero?

Aristóteles nos decía que el dinero no es parte de la riqueza de una nación, que sólo era el medio de intercambio para el comercio, la autoridad de esta opinión prevaleció durante siglos. Los estudiantes escolásticos no emplearon tiempo en preguntarse sobre si los cambios en la cantidad de dinero tendrían algún beneficio a la economía. El punto relevante ante sus ojos era si era legítimo envilecer la moneda, debido a que vieron que era importante en la justicia distributiva. Después del nacimiento de la ciencia económica en el siglo 18, los primigenios economistas David Hume, Adam Smith, tampoco cuestionaron este concepto esencial, observaron que el dinero no es un bien de los consumidores como tampoco lo es de los productores, y, en consecuencia, es totalmente irrelevante para la producción de la riqueza. Esta idea crucial para la economía también fue inspiradora de batallas intelectuales en las cuatro o cinco generaciones de economistas, hombres como Jean-Baptiste Say, David Ricardo, John Stuart Mill, Frédéric Bastiat, y el primer austriaco Carl Menger que constantemente defendió la causa de un dinero sólido, esto es, que mantuviera su valor.

Como resultado de esto, el mundo occidental tuvo dinero más sólido durante el siglo 19 que durante el siglo 20. A la población se le pagaba y pagaban empleando monedas acuñadas en metales preciosos especialmente en oro y también la plata. El arte de la acuñación floreció y produjo verdaderas obras de arte que eran autentificadas por cada participante en el mercado.

Algunos de los libertarios del presente, guardamos una imagen romántica de aquellos días del estándar oro clásico. Y, ciertamente que aquellos fueron tiempos dorados para las instituciones monetarias de occidente, en especial si las comparamos con las de nuestro tiempo, en donde la alquimia monetaria, de papel a oro, ha sido encumbrada al estatus de ortodoxia monetaria. Pero también es cierto que las instituciones monetarias de aquella era del estándar oro estaban lejos de ser perfectas. Los gobiernos tenían el monopolio en la acuñación el remanente de los privilegios medievales de regalía que previnieron la creación de mejores monedas mediante la competencia entre acuñadores. También, frecuentemente los gobiernos intervinieron en la producción del dinero mediante esquemas de controles de precios, que pomposamente camuflaron bajo el nombre del bimetalismo. También activamente promovieron la banca de reserva fraccionada, nada tontos, lo que proporcionaba nuevos fondos no respaldados por oro real para la hacienda pública. Y promovieron el establecimiento de los bancos centrales (derivados del posible rescate de la reserva fraccionada) y, por supuesto de algunos pocos privilegiados bancos que podían ejercer esta función multiplicadora del dinero a través del crédito. Todo esto tenía por objeto que los gobiernos pudieran liberarse del yugo del oro así que crearon leyes para facilitar la introducción del dinero de papel, el dinero fiduciario o fiat y con ello la introducción de la inflación. Así al principio del siglo 19 en la mayor parte de Europa se usaba el dinero de papel. Así las cosas no cambiaron mucho en el siglo 19. Sólo en Inglaterra entre las mayores naciones del orbe se mantuvo con el estándar oro durante la mayor parte del siglo 19, y el dinero de papel respaldado por oro, mantuvo un rol más importante que el de las monedas de oro que se mantuvieron en un 3% del total de las transacciones monetarias.

En síntesis, las constituciones monetarias del siglo 19 no fueron perfectas, como tampoco hoy nos gustaría el pensamiento monetarista de los economistas clásicos. David Hume creía que la inflación podría, en el corto plazo estimular la producción. Adam Smith creía que la inflación en su variante de la expansión en el crédito era benéfica si estaba respaldada con el correspondiente incremento de bienes reales, y también Jean-Baptiste Say respaldaba la expansión en la cantidad del dinero para ajustarse a las necesidades del comercio. Simith y Ricardo sugirieron incrementar la riqueza de una nación al reemplazar los billetes que intrínsecamente no tienen valor alguno por dinero metálico. John Stuart Mill fue un paladin de la noción de dinero sólido como sinónimo de dinero que mantiene su valor estable. Los errores en algunos de estos economistas clásicos son despreciables en comparación con el tema central aristotélico de que la riqueza de las naciones no depende de los cambios en la cantidad de dinero. Pero, eventualmente, las nuevas generaciones de estudiantes de economía infectados por el virus del estatismo- el culto al estado- atacaron el principio central de lo que el dinero es, era, más bien.

Hombres como Irving Fisher, Gustav Cassel, y muy pero muy especialmente John Maynard Keynes, emprendieron una campaña en contra de “La reliquia bárbara” en palabras de Keynes, el estándar oro. Estos paladines de la inflación les dieron la razón a los economistas clásicos (y a Aristóteles) de que la riqueza de una nación no depende de la cantidad de dinero, pero agregaron el “en el largo plazo”. Pero argumentaron que en el corto plazo, la imprenta, la maravillosa imprenta puede hacer milagros, es como convertir las piedras en pan argumentaba Lord Keynes. Podría en el corto plazo reducir el desempleo y estimular la producción y con ello el crecimiento económico. Aquí las raíces del “aligeramiento cuantitativo” de hoy en día.

¿Quién podría rechazar este cuerno de la abundancia? La gente quiere la Luna, démosela. ¿Por qué rechazar esto? Muchos economistas apuntan a la pérdida del poder adquisitivo, las estimaciones son tan altas como el 98% desde que la Reserva Federal se hizo cargo de la emisión de moneda. Lo que es menos conocido son los efectos colaterales o concomitantes después de más de un siglo de inflación: El dinero de papel ha generado muchas crisis económicas, como la vigente, cada una más severa y devastadora que la previa. Aún más, el dinero inflacionario ha transformado por completo la estructura financiera de las economías del mundo. A principios del siglo 20, las empresas crecían en base a sus recursos propios ahorrados, la creación de capital, los bancos y otras instituciones financieras tenían un rol secundario. Hoy en día las cosas se han invertido totalmente, y la razón de este giro de 180 grados se debe fundamentalmente a la facilidad para crear dinero de la nada introduciéndolo como crédito, el dinero actual es crédito. El dinero de papel ha creado un endeudamiento sin precedentes en todos los niveles: Gubernamental, empresarial e individual. Ha financiado el crecimiento del estado en todos los niveles, federal, estatal y municipal. Y, en consecuencia es el fundamento técnico, la base, el sostén, de la amenaza totalitaria de nuestros días, el estado omnipotente, omnipresente y sí, totalitario que nos ordena que hacer y cómo hacer cada y todos los aspectos de nuestras vidas, hemos perdido la libertad.

A la luz de las consecuencias en el largo plazo de la inflación, sus alegados beneficios al corto plazo, pierden todo su atractivo. Y la gran ironía es que aún esos alegados beneficios al corto plazo de que proveerá empleo y crecimiento son también totalmente ilusorios ¿No lo está viendo? Por más dinero que crean el desempleo persiste y vamos que volamos a una recesión, que en realidad es la misma que empezó en el año 2000. Una década re inflando, creando burbujas y reventones y no entienden. Siguen con su necedad de re inflar. La reflexión sobria y mesurada de los acontecimientos económicos recientes demuestra contundentemente que no han existido beneficios para la inflación en el corto plazo. ¡No han existido! ¡No hay! Los únicos beneficios son muy focalizados, por ejemplo en el programa de autos nuevos por chatarra. Sí benefició a los fabricantes de automóviles, pero esto es una redistribución de los recursos: A ciertos miembros de la sociedad, como las automotrices se les beneficia, pero estos beneficios se balancean con pérdidas a otros ciudadanos.

Me he referido en incontables ocasiones al pensamiento del economista francés Frédéric Bastiat que hizo patente los aparentes beneficios de las intervenciones del gobierno en la economía de mercado, que son sólo una de la serie de consecuencias que siguen a esa intervención. Pero hay otro conjunto de consecuencias de la intervención de la que el gobierno no quiere ni hablar debido a que demuestran fehacientemente lo inútil de su intervención. Ejemplos, el “aligeramiento cuantitativo” devalúa el dólar, según esto para fomentar la capacidad exportadora de EU, pero trae como consecuencia el aumento brutal en los precios de las materias primas, alimentos y energía, y además se percatan que casi nada se produce 100% dentro de los EU, así que los insumos se encarecen, resultado: La gente quedó peor que al empezar, ni se ganó en competitividad exportadora y si le pegaron a la gente en sus gastos. También, cuando el gobierno usa los impuestos para subsidiar al productor de autos, beneficia a estas empresas, sus empelados y accionistas. Pero otros intereses han sufrido por la intervención. En particular, los contribuyentes que tienen menos dinero para empelarse en otros negocios. Y estos otros negocios y sus clientes son también lastimados por los altos sueldos y prebendas que las automotrices otorgan a sus trabajadores, por presión de sus sindicatos. Las automotrices por virtud del subsidio son capaces de pagar mejor a expensas de todas las demás empresas en la economía.

Y así es con la inflación. No existe absolutamente ninguna razón por la cual al incrementar la cantidad de dinero sea posible tener crecimiento económico. Es cierto, que las empresas que reciben el dinero fresco de la imprenta son beneficiadas. Pero otras empresas, y los asalariados son severamente lastimados por la pérdida en el poder adquisitivo. Las empresas tendrán que pagar más por los insumos y eventualmente tendrán que pagar salarios más elevados y rentas. Los asalariados verán mermado su poder de compra y tendrán que pagar más por todo, y su salario sólo les será aumentado una vez al año.

También, simplemente no existe razón alguna de por qué la inflación debiera reducir más que incrementar el desempleo. La gente queda desempleada y permanece desempleada cuando no desean trabajar por que están mejor cobrando su seguro de desempleo que aceptar los sueldos que les ofrecen los posibles empleadores. La inflación no cambia esto en un ápice. Lo que hace la inflación es reducir el poder adquisitivo de cada unidad monetaria. Si los trabajadores anticipan estos efectos, como de hecho sucede, pedirán sueldos nominales mayores para compensar por la pérdida del poder adquisitivo. Así, la inflación tiene cero efecto en el desempleo, por el contrario, puede tener efectos nocivos si los trabajadores sobreestiman la inflación y piden incrementos salariales mayores a la inflación, pero estos incrementos no van acompañados de incrementos en la productividad y la empresa que los emplea y que tiene que competir con otras empresas, muchas veces foráneas queda en desventaja y tiene que despedir para hacerse competitiva. Así, todos los planes para reducir el desempleo por medio de la inflación son inútiles.

Por la misma razón la inflación no es el remedio al problema de los salarios que tienden a volverse inflexibles, problema que se debe a los sindicatos que jamás aceptarían una reducción al salario. Los salarios son inflexibles sólo hasta el punto en que los trabajadores elijan no trabajar por que los salarios que les ofrecen son más bajos que lo que se deseaba. Pero la pregunta crucial es ¿Cuánto tiempo pueden permanecer sin trabajar? El período, en ausencia de un seguro de desempleo está acotado a los límites que les imponen sus ahorros, o responsabilidades apremiantes como el mantener hijos. En un mercado laboral libre los salarios son lo suficientemente flexibles. La inflexibilidad es una imposición de los gobiernos una intervención en este mercado de varias formas: Imponiendo leyes de salarios mínimos, o dando a los sindicatos el monopolio en el suministro del personal, y financiando con dinero proveniente de los impuestos el desempleo mediante seguros de desempleo.

En realidad, en palabras de Keynes, la estrategia para reducir los salarios inflexibles es tonteando a los trabajadores, se les paga realmente menos aunque ellos crean que es más, una estrategia bastante infantil, por decir lo menos….

Así que llegamos a la cuestión más importante e irnos directamente a la conexión entre el desempleo y la cantidad de dinero en la economía, la política monetaria. ¿Resuelve la inflación el problema de los salarios inflexibles? La respuesta es negativa, y por la misma razón que hemos explicado anteriormente. La inflación puede superar el problema de los salarios inflexibles sólo si el productor de dinero de papel puede tomar por sorpresa a los trabajadores y muy especialmente a los sindicatos. Si trabajadores y sindicatos no son tonteados por los “maestros” de la impresión de dinero la inflación no reducirá en nada el desempleo, peor aún, lo puede incrementar.

Así que mal venido el “aligeramiento cuantitativo” 3, QE3, que va a ser a “lo bestia”, pues a lo “bestia” este socialista Barack Obama y su séquito de descerebrados que son incapaces de ver su propio fracaso nos llevarán a lo más profundo del abismo. Al tiempo.


2 comentarios:

  1. Este tipo de políticas so como discutir sobre cómo engañarnos unos a otros, si queremos hacer algo distinto, visiten este link http://on.fb.me/pdi2i23

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  2. Francisco Cesar2:35 p.m.

    es una pena que todo las pesadillas de un pais que se dice democratico surga de no saber interrrelacionarse unos con otros, y cuando la sociedad civil no cumple con su rol no solo de fiscalizar sino de apoyar en situaciones ecomicas dificeles como la que atravieza el mundo globalizado.

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