El estado es el gran generador de empleos, la expansión
del gasto público en gasto corriente es simplemente fuera de toda proporción.
La gráfica que sigue muestra el desmesurado crecimiento del gasto público, de
los ingresos tributarios, y del PIB.
Si el gasto es mayor al ingreso, se incurre en un
déficit, que debe ser financiado con deuda, y con inflación, que son las otras
dos “entradas” de dinero para el gobierno.
Nuestros políticos gobernantes no entienden que no es
relevante tener a la gente empleada así, porque sí, claro piensan que al
tenerlos empleados como burócratas tienen a la gente contenta y sobre todo
controlada, pero este no es el camino del crecimiento y la prosperidad del
país.
Ya he escrito sobre la diferencia entre un gasto que no
genera utilidades y que requiere constantemente de más dinero (obtenido por la
coerción) para permanecer y crecer; su crecimiento es costa de las actividades
productivas y del consumo, y de un gasto en actividades que generan utilidades
(riqueza) que es autosustentable que no perjudica a nadie, todo lo contrario,
trae prosperidad y bienestar a la sociedad.
La gente debiera de ser empleada en actividades que
generen riqueza , los empleos en la burocracia o en hacer hoyos para luego
taparlos, o trenes bala, lo único que producen es que privan a los generadores
de riqueza de la expansión de la acumulación de de riqueza real que es el
antecedente a la inversión en actividades productivas. La expansión del gasto
público y sobre todo de la burocracia mina las posibilidades de crecimiento de
la economía y nos lleva a la miseria económica.
La creencia de que el Banco de México y el gasto público
pueden manejar y hacer crecer la economía no son más que buenos deseos. Todo lo
que el Banco Central puede hacer es bombear dinero y alterar falseando la estructura
de las tasas de interés. Pero esto no lleva a crecimiento económico.
La clave para el crecimiento económico es la expansión de
bienes de capital, esto es, todo aquello que produce riqueza. Sin embargo, esta
expansión debe permitirse que se realice libremente y no mediante la baja
artificial de las tasas de interés, el bombeo monetario y el gasto público
deficitario.
Las políticas monetarias relajadas siempre resultan en
expansión de bienes de capital en proyectos que no generan riqueza, esto es en
consumo y destrucción de capital.
Por esto, el gobierno, muy a su pesar debe contraerse,
bajar las tasas impositivas, y permitir la acumulación de capital generado de
actividades productivas. Así, el mercado libremente podrá decidir en qué
actividades productivas deberá asignarse ese capital para generar
infraestructura productiva que nos llevará a la prosperidad productiva y a empleos
productivos, cada vez mejor pagados.